Catorce años después de que una cumbre de jefes de estado y de Gobierno declarase formalmente en Bucarest que Ucrania y Georgia serían miembros de la Alianza en el futuro, los ministros de Exteriores aliados se han reunido en la capital rumana con la mirada puesta precisamente en la cercana frontera ucraniana y en la cruel invasión rusa de este país. Los representantes aliados se vuelven a reunir en el mismo escenario, el gigantesco Palacio del Parlamento, donde Vladímir Putin en persona , puesto que en abril de 2008 había sido invitado a Bucarest, dijo que abrir las puertas de la OTAN a Ucrania constituía «una amenaza directa» para la seguridad de Rusia. El recuerdo de aquella reunión era inevitable ante la situación que vive en estos momentos esta parte de Europa. Meses después de aquella declaración, Rusia invadió partes de Georgia , en 2014 se apoderó de la península de Crimea y en febrero pasado atacó cruelmente al resto de Ucrania, cuya ambición de formar parte de la OTAN es ahora más fuerte que nunca. El ingreso de Ucrania en la OTAN no está en el orden del día en estos momentos pero después de lo que ha sucedido ya nadie duda de que será un hecho después de la guerra. Y por el momento, todas las declaraciones públicas de responsables aliados reiteran que el apoyo militar y económico de Occidente está garantizado. Además, dos países que habían sido históricamente reticentes a alinearse con la Alianza, Suecia y Finlandia, participan ya en esta reunión a pesar de que todavía no se ha completado formalmente su proceso de adhesión. El único que sigue sin cambiar es el propio Putin, atrincherado tras las murallas del Kremlin y según todos los indicios preparando una campaña de bombardeos sin precedentes sobre las infraestructuras civiles de Ucrania. Kuleba, invitado a la cumbre Por ello, el ministro ucraniano, Dimitro Kuleba , que ha sido invitado a Bucarest, pidió a los países de la OTAN que aceleren el envío de armas y ayuda para recuperar la red eléctrica, «más rápido, más rápido, más rápido». Kuleba dijo que «cuando tengamos transformadores y generadores, podremos restaurar nuestro sistema eléctrico y cuando tengamos sistemas de defensa aérea, podremos proteger la infraestructura de la próxima oleada de misiles rusos». Es decir, las necesidades más imperiosas son misiles antiaéreos y transformadores. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg , respondió que esperaba que los ministros suscriban «el mensaje de que debemos hacer más. Tanto para ayudar a Ucrania a reparar la infraestructura crítica destruida, incluida la red eléctrica y de gas, como también, por supuesto, para abordar los ataques con más sistemas de defensa aérea y garantizando que funcionan los sistemas que ya hemos proporcionado, y muchos de ellos son en realidad un sistema moderno de defensa aérea estándar de la OTAN, incluidos NASAMS y otros, que están siendo utilizados». Ayuda de los aliados Los aliados ya han suministrado a Ucrania miles de millones de euros en armas y equipos hasta el punto que las reservas estratégicas de muchos ejércitos europeos están prácticamente agotadas. Ucrania pide más recursos, además de la defensa aérea, entre otras cosas misiles de largo alcance, algo que por ahora todas las capitales se han resistido a asumir, puesto que podrían ser utilizados para alcanzar objetivos dentro del territorio ruso, lo que supondría un salto cualitativo en el conflicto cuyas consecuencias serían imprevisibles. Stoltenberg también dijo que según los datos de los que dispone la Alianza, «sabemos que Rusia se está quedando sin municiones. Esa es también la razón por la que se han acercado, por ejemplo, a Irán, para tratar de obtener más suministros. Estamos diciendo muy claramente que ningún país debe apoyar la guerra ilegal de Rusia. Y por lo tanto, Irán y ningún otro país debería proporcionar a Rusia misiles, drones o cualquier otra cosa que pueda ayudarlos a continuar con esta brutal guerra de agresión contra Ucrania».
Source: abc internacional