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Trump apuesta por hacer campaña desde el banquillo, no en los debates

Donald Trump llegó al poder en 2016 tras una campaña fuera de lo convencional –ataques personales a sus rivales republicanos, seducción de los medios, uso magistral de las redes sociales, propuestas excéntricas– y ahora busca regresar a la Casa Blanca con el apoyo de sus batallas judiciales. El expresidente tenía previsto acudir hoy a Atlanta, la principal ciudad de Georgia, para recibir su cuarta imputación en lo que va de año. En marzo, en una causa estatal en Nueva York relacionada con los pagos para silenciar una relación extramatrimonial con una actriz porno antes de las elecciones de 2016, se convirtió en el primer presidente de la historia de EE.UU. en ser acusado de la comisión de delitos. Desde entonces, su entrega ante las autoridades para la lectura de cargos se ha convertido en algo casi rutinario y en el combustible de su campaña. La acumulación de causas judiciales refuerza la línea principal de su mensaje: Trump se considera una víctima de persecución política, al que le robaron la victoria en las elecciones de 2020 con un «fraude masivo» –infundado, según los tribunales y su propio Departamento de Justicia– y al que ahora quieren evitar que gane las presidenciales del año que viene con acusaciones sin mérito. Noticia Relacionada estandar Si Trump, lanzado en los sondeos, rechaza debatir con sus rivales republicanos Javier Ansorena El expresidente se ausenta de la cita y contraprograma con una entrevista con Tucker Carlson El mérito lo tendrán que decidir los jurados de ciudadanos que decidirán si es culpable o inocente. En el caso que se ventila en Georgia, son trece cargos por participar en una «empresa criminal» para tratar de dar la vuelta a los resultados electorales de 2020 en ese estado a través de presiones a las autoridades, con la diseminación de falsedades sobre ese fraude masivo inexistente y con planes para saltarse la Constitución. Pero el jurado que le importa a Trump es el de los votantes . Las acusaciones que enfrenta –además de las de Nueva York y Georgia, también ha sido acusado en la jurisdicción federal por su campaña para revertir los resultados de 2020 a nivel nacional y por retener cientos de documentos clasificados que se llevó de la Casa Blanca– tienen suficiente entidad como para que acabe condenado por alguna de ellas. La estrategia de Trump es retrasar esos procesos judiciales al máximo y encontrar vías de escapatoria si gana las elecciones y vuelve a ser presidente. Hasta el momento, Trump ha exprimido al máximo esas causas judiciales y le ha dado resultado. A finales del año pasado, tras los resultados mediocres de los republicanos en las legislativas –parte del partido le responsabilizó de ello–, Ron DeSantis , gobernador de Florida , creció con fuerza en las encuestas. Pero en cuanto Trump empezó a presentarse en los juzgados, en medio de espectáculo mediático, con fotos de su campaña que le recreaban entre rejas, acaparó toda la atención y se disparó en los sondeos. Ahora mantiene una distancia con DeSantis y el resto de candidatos que parece insalvable, de cerca de cuarenta puntos. La mejor demostración de que Trump busca la campaña en los banquillos y no en los foros habituales se ha visto esta semana, con su ausencia en el primer debate entre candidatos de primarias. En su lugar, contraprogramó con una entrevista con Tucker Carlson , el presentador político más influyente en la derecha de EE.UU.- y ayer aprovechó la imputación para captar de nuevo toda la atención. Trump tiene también a su favor que el resto de candidatos han aceptado la condición de perdedores y tiene reparos a la hora de enfrentarse a la poderosa base ‘trumpista’. En el debate de la noche del miércoles, solo dos de los ocho participantes – Chris Christie y Asa Hutchinson, críticos de Trump que no tienen ninguna posibilidad de conseguir la nominación– atacaron con rotundidad al expresidente. El resto lanzaron poco más que pellizcos y dejaban claro que no pueden ir de manera frontal contra Trump, con un punto de incoherencia: casi todos dijeron que Mike Pence , vicepresidente de Trump y ahora candidato, hizo bien resistiendo las presiones del entonces presidente para saltarse la Constitución y hacer descarrilar la victoria de Joe Biden en 2020 . Pero después levantaron la mano cuando les preguntaron si apoyarían a Trump como candidato si resultado condenado por delitos. La campaña del expresidente ya ha dicho que también se perderá el próximo debate, previsto para finales del mes que viene en California.
Source: abc internacional

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