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Hoy en día las máquinas están integradas en casi todos los aspectos de nuestras vidas. La pregunta de si pueden tener emociones o conciencia no es solo un enigma filosófico, sino que tiene implicaciones prácticas en cómo interactuamos con ellas. ¿Puede una máquina realmente “sentir” o simplemente simula estas sensaciones? Esta cuestión abre un debate amplio y complejo que requiere una exploración multidisciplinaria.
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