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«Las minas rusas explotan de manera descontrolada y son arrastradas por el río»

«La lista de problemas no tiene fin, desde el impacto ecológico a las minas, sin olvidarnos de la cantidad de cementerios que ha quedado arrasados», es la reflexión de Oleg Stefanovski a las puertas de la histórica Escuela de vela de Nikolaev, a orillas del Pivdennyi Buh, el segundo río más largo de Ucrania. La rotura de la presa de Kajovka se deja notar ya en todo el sur del país, si Jersón es la provincia más afectada, en la vecina Nikolaev, a unos 70 kilómetros, el río también ha subido ya un metro y los vecinos se acercan con incredulidad a hacer fotos de lo que antes era el malecón, ahora devorado por el agua. Lo que hasta ahora veían por la televisión ha llegado a sus vidas, es mínimo comparado con las zonas más próximas a la presa, pero «lo peor es que no sabemos qué será lo siguiente, las presas son infrastructuras fundamentales en Ucrania, no se puede jugar con esto», opina Stefanovski, quien repite para sus adentros que «nadie había visto algo igual en esta ciudad, ni los mayores recuerdan un Pivdennyi Buh a estos niveles, esperemos que baje». Ese juego se ha complicado aún más al conocerse que los campos de minas que las fuerzas rusas habían desplegado para defender sus posiciones han sido destruidos a causa del agua. Cruz Roja alertó del riesgo que supone la dispersión de miles de minas antipersona a lo largo de los cientos de kilómetros cuadrados inundados. Un riesgo directo para los equipos de rescate que tratan de socorrer a los miles de civiles que han quedado atrapados y una amenaza para las próximas décadas para aquellos que decidan regresar a sus casas en el futuro. Noticia Relacionada PEDRO PITARCH – EL ANÁLISIS TÁCTICO DEL GENERAL (R) PITARCH (07/06/2023) estandar Si Efectos colaterales de la presa volada: beneficia la defensa rusa y perjudica la contraofensiva de Ucrania Pedro Pitarch El desafío político inmediato de Zelenski es poder aparecer en la Cumbre Atlántica, en Vilna, con algún éxito militar reseñable Las autoridades rusas de la zona ocupada en Ucrania reconocieron la pérdida de estos campos de minas y el riesgo que suponen a partir de ahora. Natalya Humenyuk, portavoz de las fuerzas de defensa en el sur del país, denunció que ahora «las minas explotan de manera descontrolada y son arrastradas por el río». Visita presidencial El tercer día tras el desastre de la presa sirvió para que el presidente Volodimir Zelensky se acercara a la ciudad Jersón, donde se subió a una barca para recorrer algunas de las calles totalmente inundadas. El gobernador, Oleksander Prokudin, le recibió con un dato preocupante ya que la media del nivel de agua alcanzó por la mañana los 5,61 metros. Prokundin aseguró que «600 kilómetros cuadrados de la región están bajo el agua (…) el 32 por ciento es en la orilla derecha, mientras que el 68 por ciento es en la orilla izquierda». Fue el segundo viaje del presidente a una ciudad que ya visitó cuando fue liberada de manos rusas en noviembre. «Es importante cuantificar los daños y desbloquear fondos para indemnizar a los habitantes afectados», declaró un mandatario que quiso dar un mensaje de esperanza a los supervivientes, a quienes prometió que «os ayudaremos y reconstruiremos todo lo necesario». Durante la visita presidencial se produjeron varios impactos de proyectiles rusos en la zona y Zelensky acusó al enemigo de atacar a los grupos de rescate, la misma acusación que hicieron los rusos contra los ucranianos desde la otra orilla del Dnipro. Según Humenyuk, la portavoz militar en el sur, el único efecto positivo de la rotura de la presa es que «las fuerzas rusas han tenido que retroceder entre 5 y 15 kilómetros y los bombardeos se han reducido a la mitad en los últimos días». Agua potable y cólera Mientras los dirigentes de Kiev y Moscú siguen acusándose mutuamente de lo sucedido en Kajovka, desde la ONU lanzaron una doble alerta sobre el agua y el riesgo de un brote de cólera. El acceso al agua potable es «una de las principales preocupaciones», apuntó el portavoz de la Secretaría General de la ONU, Stéphane Dujarric, quien recordó que «miles de personas dependen del embalse de Kajovka para beber agua y los niveles están descendiendo rápidamente». Respecto al cólera, la técnico oficial del Programa de Emergencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Teresa Zakaria, alertó que «las muestras ambientales muestran que el patógeno existe» y «esto constituye un riesgo». Oleksander, de 48 años, era marinero, pero desde el estallido de la guerra su barco está en tierra, muy cerca del ahora inundado malecón de Nikolaev. «Al principio de la guerra no podía creer que los rusos nos estaban atacando, hasta que les vimos a 10 kilómetros de la ciudad. Ahora nos toca esto y he terminado por creer que todo es posible en esta guerra. No hay líneas rojas. Asusta pensar que no hay líneas rojas». Si al sur de Kajovka hay más de 600 kilómetros cuadrados inundados, al norte preocupa y mucho la situación en la central nuclear de Zaporiyia, situada a unos 100 kilómetros. La central ha aumentado todas sus reservas de agua de enfriamiento para los reactores ante la disminución de los niveles del embalse de Kajovka, y, según el OIEA, esos depósitos propios serán suficientes para «varios meses». Este mensaje a la calma del organismo internacional no fue correspondido por la empresa estatal ucraniana Ukrhydroenergo, que alertó de que el nivel del agua en la presa ha caído hasta los 12,83 metros, cifra «crítica» por debajo de la cual ya no será posible el bombeo de agua para la refrigeración de la central nuclear.
Source: abc internacional

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