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Giorgia Meloni viaja a Túnez para evitar un éxodo migratorio

Para evitar un éxodo migratorio hacia las costas italianas, Giorgia Meloni viajó este martes a Túnez, un país en grave emergencia económica y social, con la democracia prácticamente suspendida. «Si Túnez se derrumba por completo, existe el riesgo de una catástrofe humanitaria, con 900.000 refugiados». Así lo advirtió la primera ministra italiana al Consejo Europeo en Bruselas, el pasado 23 de marzo. A las puertas del verano, con el temor a nuevas llegadas masivas de inmigrantes del Mediterráneo, el objetivo de la primera ministra italiana es trabajar en los confines europeos, financiar los países de tránsito y estabilizar el norte de África, muy en particular Túnez y Libia, estableciendo además excelentes relaciones con Argelia. Anteriormente había viajado también a Etiopía, en su esfuerzo por contener los flujos migratorios ilegales procedentes de África. Muy lejos queda ya la idea de Giorgia Meloni de un bloqueo naval para evitar la llegada de los inmigrantes ilegales a Italia. A los pocos meses de Gobierno, la líder de Hermanos de Italia ha enterrado esa promesa electoral. En una larga entrevista con el presidente Saied , la primera ministra Meloni le pidió reformas institucionales y control migratorio a cambio de apoyo del Fondo Monetario Internacional, ayuda al desarrollo, inversiones energéticas y cuotas de entradas legales de inmigrantes en Italia. «La estabilización del marco político y de seguridad es obviamente esencial para Túnez, pero también para Italia. En este período difícil, quería confirmar el apoyo de Italia al presidente Saied», dijo Meloni tras su entrevista con Saied, reiterando que Italia ya ha destinado 700 millones de euros para ayudar a la economía tunecina. «Los próximos meses nos preocupan, trabajaremos juntos contra los flujos migratorios ilegales», dijo la primera ministra italiana. Noticia Relacionada estandar No El 43% de los italianos cree que los inmigrantes son un peligro para la seguridad Ángel Gómez Fuentes Los italianos con dificultades votan a «la derecha porque ofrece al pueblo protección ante sus miedos, empezando por la inmigración descontrolada», y se aleja de la izquierda por su deseo de aumentar impuestos   Las promesas de Meloni Giorgia Meloni ha prometido al presidente tunecino «el apoyo de Italia para llegar a una conclusión positiva del acuerdo entre Túnez y el Fondo Monetario Internacional». Meloni se esfuerza para lograr el desbloqueo de la ayuda europea (500 millones de euros) y al menos algunas cuotas de los casi 2.000 millones de dólares prometidos por el FMI, que pone como condición la realización de una serie de reformas. El presidente Saied las rechaza por considerarlas como una imposición inaceptable. Giorgia Meloni le ha pedido cierta flexibilidad. Las sombrías perspectivas a las que se enfrenta Túnez han borrado completamente el experimento democrático del que fue el más progresista de los países de la llamada Primavera Árabe. Ya es solo un viejo recuerdo aquel movimiento de protesta, iniciado en diciembre del 2011 en Túnez que echó al presidente Ben Ali, y que se extendió por el mundo árabe, para reclamar justicia social, libertad y respeto de los derechos humanos. Aquella primera chispa de la revolución y de la esperanza que partió de Túnez ya se apagó. Hoy el presidente Saied ejerce una creciente represión. Sus críticos lo acusan de tomar el poder ilegalmente después de que suspendiera el parlamento en 2021, anunciando entonces que gobernaría por decreto. Saied había sido elegido con gran mayoría en los comicios del 2019. Ahora tiene en sus manos todo el poder, gracias a una Constitución que hizo aprobar en referéndum en julio del año pasado, con una participación del 30 por ciento, reduciendo los poderes del Parlamento. Emergencia económica A la gran inestabilidad política se une la emergencia económica. La inflación ronda los dos dígitos, el desempleo supera el 16%, la deuda pública se ha disparado y la economía se estancó: el Banco Mundial sitúa a Túnez en una situación similar a la del Líbano, no muy lejos de la bancarrota. Ante la gravedad de la crisis, Saied ha intentado en repetidas ocasiones descargar las culpas sobre los inmigrantes subsaharianos que, huyendo de la guerra y la miseria, se instalaron en Túnez. El régimen de Saied no soporta y rechaza a los 21.000 subsaharianos (la mayoría irregulares), que huyeron de la inestabilidad favorecida por la pobreza, crisis políticas y terrorismo islámicos en las naciones de esa región, un tiempo llamada África Negra (Sudán, Chad, Níger, Burkina Faso, Malí). «¡Hay hordas de subsaharianos amenazando nuestra identidad!«, llegó a decir el presidente Saied, palabras que condenó la Unión Africana por su contenido de «odio y racismo». Se desencadenó una especie de caza contra los subsaharianos y muchos se vieron obligados a volver a su país. Ahora son miles los tunecinos que se amontonan con esos inmigrantes en los barcos de la esperanza, en busca de un futuro en Europa. Ese éxodo de inmigrantes, que parte de Túnez y Libia, es el que pretende evitar a toda costa Giorgia Meloni. La primera ministra italiana verá este miércoles, en el Palacio Chigi, a Abdul Hamid Dbeibeh , el primer ministro interino de Trípoli. Es una carrera contra reloj de Meloni, que necesita también la ayuda de Europa, para dar estabilidad al norte de África, en particular a dos naciones con fronteras muy frágiles: Libia , un país destrozado por un interminable conflicto tribal, y Túnez, al borde del fracaso y de la bancarrota.
Source: abc internacional

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