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El ente deviene y las cosas se transforman en un proceso continuo de nacimiento y destrucción que afecta a objetos, animales y seres humanos. “Todo fluye, somos y no somos”, era el lema básico de Heráclito de Éfeso, también conocido como Heráclito el “Oscuro”. El pensador griego creía que el mundo experimenta un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. Dentro del cambio incesante de las cosas, Heráclito postula que existe una unidad o principio eterno encarnado por el fuego. Pero esta llama crepitante es una metáfora que se refiere al movimiento y cambio constante en el que se encuentra sumido el ser humano y el mundo.
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