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    Categories: Internacionales

¿Qué significan las muy desafortunadas declaraciones de Macron sobre China y Taiwán?

La segunda primavera de la guerra de Ucrania ha traído una abrumadora cosecha de celos revisionistas. Hasta Lula da Silva –bajo el principio de que cuanto peor es la cachaça mejor es la caipirinha– se ha apuntado a la envidia geopolítica que supone ir a China para promover un nuevo orden internacional menos occidental, con reducida dependencia del inglés y del dólar, relegando al baúl de los acuerdos el sistema liberal de reglas y valores construido desde 1945 para regocijo de toda clase de siniestros autócratas. A este botellón para invertir el mapamundi se ha apuntado el presidente Macron con unas muy desafortunadas declaraciones sobre China y Taiwán. Al volver de su correspondiente audiencia con Xi Jinping, el presidente de Francia ha eructado que Europa no debería seguir el ejemplo de Estados Unidos en Taiwán, para no verse arrastrada a «crisis que no son nuestras». Un guiño-guiño especialmente inquietante en el actual contexto internacional, en el que Rusia es la tormenta pero China representa el cambio climático. Al socavar una postura europea más realista y unida respecto a China buscando el negocio a corto plazo, Emmanuel Macron no ha hecho más que reafirmar esa cierta idea de Francia articulada por el general Charles de Gaulle. Según esa recurrente visión de grandeur, Francia es una potencia global con el deber de civilizar al mundo e independizar a Europa. Cruzada en la que el principal obstáculo es, por supuesto, Estados Unidos. La gran ironía es que los intereses de París en el Indo-Pacífico coinciden muchísimo más con los de Washington que con los de cualquier otro gobierno europeo. Según explica The Economist, Francia es el único país de Europa con grandes intereses en esa parte del mundo: siete territorios de ultramar que albergan a 1,65 millones de personas y 7.000 soldados. Además, de unas aguas que representan el 90 % de la zona económica exclusiva francesa, la segunda mayor del planeta. Lo cual no está nada mal para un país en decadencia por lo menos desde la batalla de Waterloo.
Source: abc internacional

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