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Los ucranianos viven las Navidades con miedo y tristeza: «Mucha gente ha perdido a sus familias»

Según el Evangelio de San Lucas, Jesús nació en un pesebre, y en esa sencillez de los desposeídos tendrán que pasar muchos civiles las Navidades durante este año de guerra. Los constantes ataques rusos, que han destruido la red de suministro eléctrico en un país donde las temperaturas descienden varios grados bajo cero en invierno, oscurecerán unas fiestas que las familias ucranianas no renuncian a celebrar con calor y la esperanza en los corazones de ganar la paz. «Somos afortunados, porque estamos vivos», zanja Oksana Markiv , de 40 años, nacida en Leópolis y residente en España, en una conversación por teléfono. «Este año va a ser duro para todo el mundo, porque algunas familias están masacradas. Tenemos mucho miedo por mis familiares, porque, cuando hay fiestas, los rusos lanzan más bombardeos», lamenta, mientras recuerda a su primo, que colabora en labores de logística para el Ejército ucraniano en Bajmut y al que quiere como a un hermano, y al hijo de su primo, que es soldado y ahora está ingresado en un hospital. «Siento mucho miedo por ellos», cuenta. «Mucha gente ha perdido a su familia», añade. «El marido de otra prima está en Bajmut y no va a poder volver a casa, porque se tiene que quedar allí. Una amiga mía del colegio ha perdido a su hijo de 22 años. ¿Cómo va a pasar la Navidad? Es horrible ». Noticia Relacionada ENTREVISTA CON EL MINISTRO DE EXTERIORES DE LITUANIA estandar No Landsbergis: «Los ucranianos aún requieren más armamento para ganar» Esteban Villarejo Rechaza cualquier cesión forzosa de territorio ucraniano a Rusia: «Sería muy peligroso para la UE» Sufrimiento ciudadano No hay adjetivo más apropiado para describir la situación que atraviesa su país. Según datos del 18 diciembre de las Naciones Unidas, 17.595 civiles ucranianos han sufrido la guerra de manera directa; de ellos, 6.826 han muerto y 10.769 han sido heridos desde el comienzo de la invasión, ordenada por el Kremlin el 24 de febrero. Tras esas cifras, se esconden seres humanos de verdad, ciudadanos inocentes como las víctimas de la matanza de Bucha, a las afueras de Kiev, que recordaron al mundo el terror de las muñecas maniatadas, los tiros en la nuca y las fosas comunes. Es ese miedo diario, vivido a través de los bombardeos, de la inquietud a que se produzcan y del temor de los refugiados por el destino que le espera a sus seres queridos que no han podido abandonar el país, lo que explica que Ucrania viva la Navidad con la guerra como punto fijo en el horizonte. Resulta significativo que ‘The Kyiv Independent’, un pequeño medio local ucraniano al que la invasión rusa ha convertido en un periódico de referencia internacional, publicara hace unos días una noticia en la que la tradicional lista de regalos se convertía en una de armas . No se pedían juguetes, perfumes o relojes, sino defensas aéreas, equipos de invierno, misiles de largo alcance, tanques y vehículos blindados y compromiso internacional con la victoria. «Antes, celebrábamos dos cenas, la del día 25 de diciembre y la del 7 de enero, pero muchos ucranianos ya han quitado la última, porque dicen que no quieren tener nada que ver con Rusia», explica Markiv, en referencia a los días en que se reúnen por Navidad. Aunque el calendario gregoriano hace que se festeje el 25 de diciembre, la iglesia ortodoxa rusa mantuvo las fechas del calendario juliano , lo que explica los trece días de diferencia y que el nacimiento de Cristo se conmemore el 7 de enero. «En la cena de Navidad, solo se come pescado, y normalmente ponemos doce platos», añade, y su voz se alegra al recordar esas tradiciones. «Hay recetas típicas, como el kutia [pudin dulce con granos de cereal], y decoraciones como el ‘didukh’ [un ramo de trigo para tener buena suerte] y los belenes. También cantamos villancicos, y los niños se visten con los trajes tradicionales y van de casa en casa, a veces con los nacimientos, y la gente les deja dinero y chuches». En sus recuerdos, un detalle casi inadvertido revela la pluralidad religiosa del país. «Yo pertenezco a la Iglesia Greco-Católica de Ucrania, nuestras misas son más largas que las vuestras», comenta. Eso es lo que explica que el belenismo esté presente en Leópolis, pues los nacimientos suelen ser una costumbre arraigada en los países católicos, como España, Italia o Austria. De hecho, el lado occidental de Ucrania, donde se encuentra esa bonita ciudad y una porción de la región de Galitzia , estuvo históricamente vinculada al Imperio Austro-Húngaro y Polonia. Resistencia «No sé cómo van a celebrar la Navidad los ucranianos. Lo único que le piden a Dios es paz, que se termine este horror», explica por teléfono Olga Zyryanova , de 44 años, ciudadana rusa nacida en Astaná, residente en España y casada con un ucraniano. «Las fiestas no van a ser fáciles en muchos sentidos, pero hablo con personas que están en Ucrania y, a pesar de lo que está pasando, ponen sus árboles de Navidad, como el que hay en el centro de Kiev, que está debajo de un generador para que las guirnaldas puedan dar algo de luz», cuenta. «Una conocida de la capital dice que cuando vuelve a casa de trabajar está todo oscuro, pero la gente pone luces con pilas en las ventanas y las iluminan. Esa es la sorprendente fuerza de voluntad de los ucranianos», añade. «Muchos ucranianos ya no celebran la cena de Navidad del 7 de enero para no tener nada que ver con Rusia», cuenta Oksana Markiv «Mi marido sabe por qué lucha, y a mí se me rompe el corazón por él y también por lo que pasa con mi país, porque ahí está mi familia y no sé qué vida van a tener», explica Zyryanova, a la que horroriza la guerra. «Sufro cada vez que hay bombardeos en Ucrania. Es muy duro pensar que esos ataques vienen de mi tierra y matan a gente. Estoy en contra de todo lo que hace Rusia. No sé qué ha hecho Putin con los rusos para tenernos con miedo y que no seamos capaces de levantarnos», lamenta apesadumbrada. Aunque no haya una tregua prevista para la Navidad, los ucranianos no pierden la fe. No hay fechas mejores para disfrutarla, pues, para muchos, la esperanza nació hace dos mil años en un humilde portal de Judea.
Source: abc internacional

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