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El pacificador, el personaje invisible de un conflicto armado

El pacificador es el hacedor de los finales de una guerra o de un conflicto político grave, son los grandes desconocidos para el público en general. Estos discretos actores de la escena internacional practican la realpolitik a puerta cerrada . Tienen que lidiar con problemas enquistados durante décadas y con la enorme vanidad de unos líderes, de cuya voluntad depende el final de un enfrentamiento, a nivel local e internacional. En el Congreso Anual de Mediadores de Oslo, que organiza el Centro suizo Henri Dunant todos los años, una de las intervenciones que más se cita es la de un participante anónimo que dijo que «no importa si un proceso de mediación resulta ser frustrante o decepcionante, si dura meses o años. El diálogo es mucho más barato en todos los sentidos que la opción militar». Los pacificadores organizan encuentros marcados por la clandestinidad que en el imaginario colectivo, y en muchos casos acertarían, especialmente si hablamos del Centro Henri Dunant para el Diálogo Humanitario en Ginebra, suponen reunir a dirigentes o a representantes de grupos violentos causantes de genocidios en salones etéreos con mesas de caoba y vistas al Mont Blanc para llegar acuerdos verdaderamente complejos y frágiles. Sin embargo, con un conflicto en plena Europa, diversos expertos han hablado del gran fracaso de la diplomacia que no supo detener el enfrentamiento de Ucrania . Especialmente frente a los fanáticos belicosos que esgrimen la frase «si quieres la paz prepárate para la guerra» y ven en el diálogo una señal de debilidad, y en la paz duradera, una derrota. Pero es en esta precisa fase del enfrentamiento entre rusos y ucranianos cuando se habla más que nunca de la necesidad de un entendimiento entre Putin y Zelenski, más aun teniendo en cuenta la presión de sus respectivos aliados. Un referente en el sector, a la hora de hablar del pacificador del siglo XXI, es Dag Nylander . Fue el negociador entre el gobierno colombiano y las FARC, así como entre Guaidó y Maduro. Actualmente Nylander como director del Centro Noruego de Resolución de Conflictos ( Noref ) señala a ABC que «somos facilitadores, porque facilitamos que las partes discutan posibles salidas del conflicto. Es importante para ellos sentir que son dueños del proceso y no nosotros. Las claves del éxito de una negociación es si están dispuestas a asumir el coste de llegar a un compromiso». Y sobre todo el paso titánico es reconocer la legitimidad del otro . El proceso para conseguirlo supone no dejar nada al azar y calibrar cada movimiento cuando están sentados a la mesa enemigos acérrimos. El ganador del premio Pulitzer Ronan Farrow en su libro `Guerra por la paz´ describe su labor diciendo que «nos sacan silenciosamente de crisis, mantienen la unidad de países, fraguan acuerdos entre gobiernos. Esto puede dar al trabajo un aire de cena de Acción de Gracias con tus parientes más difíciles , solo que la cena se dilata toda una vida y se puede celebrar en los puntos más peligrosos del planeta». Noticia Relacionada Rusia y China se embarcan en el control estratégico de los mares Alexia Columba Jerez Uniendo ambición comercial y militar, las dos potencias extienden una red de influencia en torno a los ‘puntos calientes’ de la navegación global, los ‘chokepoints’ Javier Fabra-Mata investigador de procesos de paz matiza que «a menudo se hace la distinción entre facilitador y mediador. Hay un hilo muy fino entre ambas figuras. El facilitador no impone nada a las partes que negocian sino que les ayuda a encontrar su propia salida al conflicto. Los mediadores no son tímidos a la hora de hacer propuestas y tienen cierta capacidad de influencia o de presión sobre una o ambas partes». Un nombre español entre los ejemplos de pacificador es el de Jordi Palou-Loverdos que ha intervenido en África, concretamente en Ruanda y Congo, también en Irak, Afganistán y Guantánamo. Palou-Loverdos destaca que los rasgos del pacificador son «además de la experiencia en el ámbito de la negociación, es fundamental que entienda los elementos culturales, históricos y geopolíticos involucrados en esa contienda. Y muchas veces hay intereses que van más allá de los países que están en conflicto». En suma, una visión en 360 grados marcada por la flexibilidad, la capacidad de leer entre líneas y la empatía. Dilema del prisionero Para la ONU, la mediación es una de las inversiones más inteligentes y rentables que puede realizar. En la revista `Mediación´, Ángel Carrascal apunta que «no en vano, se calcula que el coste de una guerra civil equivale a treinta años de crecimiento económico ». Los pacificadores tienen que romper el hielo y tener un perfil bajo carente de ego, como marca de la casa. Son forasteros al conflicto y necesitan contar con la invitación y la confianza de las partes para abrir el camino a la paz. Y el IEEE detalla que «los mediadores suelen ser organizaciones internacionales, Estados agrupados-como las alianzas de países-, Estados solos, ONG, personas con una alta capacidad de liderazgo moral o ‘países amigos’». Fabra-Mata ha estudiado el que Noruega sea un   semillero de pacificadores . Explica que «esta percepción se basa en una imagen del país sin intereses geoestratégicos ni lastres coloniales. Además la entrega del Nobel de la Paz muestra su compromiso con el orden multilateral. Unido a procesos de paz mediáticos en los 90, como los Acuerdos de Oslo entre Palestina e Israel. Se ha ganado con los años la reputación de actor fiable y con recursos, profesionalizando su experticia en temas de paz». En el caso de Palou-Loverdos, requirieron su mediación porque antes había sido invitado como abogado en relación a las matanzas que se produjeron en el conflicto de Ruanda entre hutus y tutsis. «Aquí fue revelador hasta qué punto las tradiciones hacían difícil el acuerdo, pero después de varios encuentros se dieron cuenta que era posible establecer las bases para resolver la situación», afirma. Por esta razón, sabe que antes incluso de sentarse a negociar, la primera fase supone definir el procedimiento, «las reglas, el lugar, los tiempos, los intervinientes, los temas a tratar, cómo se va a compartir esa información, los términos de confidencialidad». Asimismo hace hincapié en el aspecto psicológico , la personalidad o el intento de manipulación que pueden intentar las partes, cosa que pesa en todo diálogo. «Otras veces-señala Palou-Loverdos- tiene que ver con las presiones internas que sufren esas personas que están sentadas a la mesa y que se relaciona con la idea de `salvar la cara´. Sus compatriotas tienen expectativas y están deseosos de saber si se ha cedido demasiado o si los aspectos del acuerdo les benefician o perjudican». Y es que para conseguir un entendimiento en el fondo, la prueba está en sortear con éxito el dilema del prisionero , es lo que se conoce como un juego de suma no nula. Esto quiere decir que los jugadores obtienen ambos el mayor beneficio si no tratan de vencer al oponente y cooperan, o el mayor perjuicio si actúan de forma egoísta por separado. La delgada línea roja Además al público en estos meses les ha resultado difícil comprender que mientras se acuerdan pasillos humanitarios con Putin, en ese mismo momento se pueda, a su vez ,estar bombardeando a la población civil de Ucrania o tener lugar masacres como la de Bucha. Sin embargo, esta contradicción es posible. El mediador español apunta que «es uno de los elementos más peliagudos en una mediación. En ese caso, la idea no es tanto llegar a un acuerdo, sino moderar la situación para el diálogo». Nylander especifica que «como representantes de Noruega. Cuando entramos como facilitadores decimos que somos imparciales, pero eso no quiere decir que necesariamente seamos neutrales. En términos de derechos humanos tenemos unas líneas rojas que no pueden cruzar las partes. Noruega tiene obligaciones con la Corte Internacional Penal. Hay un límite de lo que podemos firmar, en términos de la responsabilidad de los individuos que han cometido crímenes graves». Palou-Loverdos apunta no se puede negociar con una persona que pone una pistola encima de la mesa, y sentencia «se puede percibir al otro como enemigo y querer su desaparición, y aunque hay márgenes amplios para la expresión de las partes, no todo vale ». Pese a ello, la premisa para el pacificador es que la mediación puede existir en cualquier momento. En todo esto, el papel de las víctimas es clave, y Nylander considera que es importante que tomen parte en el proceso y entreguen sus historias a la mesa. MÁS INFORMACIÓN La otra carta nuclear de Putin, cuestionar su influencia energética mundial «puede ocasionar una crisis mayor» OTSC, la llamada OTAN rusa que Putin puede usar como plataforma para situar misiles nucleares En el caso de Rusia , han salido a la palestra candidatos de mediador como Israel, China o Turquía . Sin embargo, Palou-Loverdos establece que «se buscaba más la foto que el encuentro en sí. Y si formara parte de ese proceso aconsejaría unos primeros encuentros confidenciales . Ya que está el principio de incertidumbre de Heisenberg , el observador modifica lo que se está produciendo ante sus ojos. Porque las cámaras y el mundo entero observándote provoca un gran condicionamiento». Y destaca que «el mayor reto a futuro para el pacificador es que los países tomen conciencia de que estos conflictos, aparentemente regionales, precisamente por la globalidad en la que vivimos pueden escalar de forma desastrosa y sin control». El objetivo sería que la paz no sea una opción, sino un estado permanente.
Source: abc internacional

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