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La verdadera historia del refugiado iraní que encarnó Tom Hanks en 'La terminal'

«Sir Alfred lo espera, pero no se ha levantado de buen humor», me dijeron los gendarmes del aeropuerto parisino de Roissy-Charles De Gaulle, la primera vez que entrevisté a Mehran Karimi Nasseri (Masjed Soleiman, Irán, 1945), protagonista de una odisea que terminó la tarde / noche del sábado en el mismo   aeropuerto que fue su residencia   durante poco menos de veinte años. Cuando encontré a Sir Alfred, rodeado de cajas de cartón que le servían de «domicilio» el apátrida iraní me dijo, el rostro muy severo: «No entienden nada. Me abren el correo. Me vigilan. Spielberg me ha prometido que me sacará de este infierno. Él me ayudará a conseguir la ciudadanía americana. Iré a California y haré cine». Spielberg tampoco pudo cumplir su promesa. Sir Alfred ha muerto solo , apátrida, perseguido y / o rechazado por las policías de Irán, Bélgica, el Reino Unido, Alemania, Holanda, víctima de sucesivos errores administrativos y una obstinación personal que culminó en una suerte de demencia atroz. Noticias Relacionadas estandar No Muere en un aeropuerto de París el refugiado iraní que inspiró la película ‘La Terminal’ ABC estandar Si Solo una de cada tres personas sin hogar accede a rentas de inserción José Ramón Navarro-Pareja Hijo de un padre médico y una madre enfermera, escocesa, según versiones biográficas oficiosas que él ha rechazado, matizado o maquillado a lo largo de los últimos veinte años. Está claro que Sir Alfred salió por vez primera de Irán en 1973. Viajó al Reino Unido para estudiar medicina en la universidad de Bradford. Pero fue detenido por vez primera por participar en una manifestación contra el difunto Sah de Persia . Abandonados los estudios para regresar a Teherán, donde participó en la ola de manifestaciones iraníes que precedieron a la instauración del régimen de los ayatolás. Volvió a Europa el 1977, comenzando un rosario de demandas de asilo, en la antigua Yugoslavia, en Berlín, en Bélgica, Francia. Una y otra vez, Sir Alfred era rechazado, huía, volvía a pedir refugio, antes de ser encarcelado por un rosario de delitos administrativos, en Francia y Bélgica. Libre, el apátrida volvió a intentar huir al Reino Unido, donde volvió a ser detenido. Conoció provisionalmente las cárceles de Bélgicas y el Reino Unido, en tanto que inmigrante ilegal. Su situación comenzó a tener una dimensión caótica en 1985 cuando fue detenido en el puerto francés de Boulogne-sur-Mer, para ser encarcelado en la prisiones parisinas de Roissy y Fleury-Mégois. Sus generosos abogados franceses consiguieron su libertad. Pero, «libre», al fin, Sir Alfred comenzó a dar signos de locura, demencia, que culminó negando su propia identidad, cuando el Estado francés intentó «ofrecerle» una documentación más o menos provisional: «No pienso firmar esos papeles. No llevan mi nombre auténtico. No soy el que fui. Ahora me llamo Sir Alfred Merhan y no soy iraní. No hablo persa. Mi padre era sueco, mi madre danesa». Sir Alfred ha muerto solo, apátrida y víctima de obstinacón personal que culminó en una suerte de demencia atroz AFP De «regreso» al aeropuerto de Roissy-Charles-De Gaulle, el 2004, tras poco menos de veinte años de idas y venidas, fue acogido como un héroe por buena parte del persona. Una «boutique» vendía un libro contando su historia. Sir Alfred «recibía» a los visitantes y viajeros que deseaban saludarlo entre las «paredes» de los cartones de su «domicilio». En mi caso, el gran señor apátrida, estuvo amistosamente suntuoso: «Mi vida no tiene precio. No me importa vivir aquí. Seré millonario cuando salga la película de Spielberg. Estoy solo, solo. Sin familia. Recibo mucha correspondencia, pero la policía abre todas las cartas, violando mi intimidad». La Cruz Roja consiguió «convencerlo», prometiéndole una «nueva vida» en un hospital y una residencia para sin papeles en el norte de París. Allí vivió Sir Alfred sus últimos años, convencido de una buena fortuna que tardaba en llegar, como él reconocía, resignado: «No me importante. Llegará mi hora de gloria y fortuna, en el aeropuerto». Cediendo a esa ilusoria esperanza, Sir Alfred regresó voluntariamente al aeropuerto donde se hizo célebre hace unas semanas. Falleció el sábado de muerte natural . La correspondencia había seguido llegando. La leyenda de Sir Alfred quizá esté llamada a perdurar, como fue su deseo último.
Source: abc internacional

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