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El extremismo 'trumpista' y el aborto frenaron la toma de poder de los republicanos

La noche electoral del martes era un partido para goleada y los republicanos de EE.UU. se ven hoy jugando la prórroga, en un recuento farragoso que tiene que determinar cuánto poder conseguirán quitar a los demócratas. Todavía hay posibilidades de que los republicanos se queden con todo el poder en el Congreso: es muy probable que se certifique su victoria para la Cámara de Representantes y el Senado dependerá de lo que ocurra en tres estados clave: Nevada y Arizona, donde el recuento avanzaba ayer con lentitud y sin aclarar quién ganará, y Georgia, que celebrará una segunda vuelta el 6 de diciembre. Quien gane dos de esos tres estados, controlará el Senado. Y en la Cámara Baja, cuando se materialice la mayoría republicana, frente a lo que decían las encuestas, será exigua. Desde la madrugada del miércoles, cuando se comprobó que la ‘marea roja’ -el color del partido- no se producía, los republicanos se miran al espejo para entender qué ha pasado. Noticias Relacionadas estandar Si Los republicanos acechan el Congreso y el Senado sigue en el aire Javier Ansorena La estupefacción se debe a que el contexto era idóneo para dar un vuelto electoral, controlar el Congreso, maniatar la labor del presidente Joe Biden -eso todavía será posible- y preparar el terreno para las presidenciales de 2024. En primer lugar, porque los estadounidenses castigan por costumbre a los presidentes en el poder en sus primeras elecciones legislativas de mitad de mandato. En el caso de los demócratas, los descalabros fueron monumentales con sus últimos presidentes: perdieron 52 escaños con Bill Clinton en 1994 y 63 con Barack Obama en 2010. Además, el 70% de los estadounidenses aseguran que no está satisfecho con la marcha del país, dominado en su poder ejecutivo y legislativo por los demócratas. Y Biden está hundido en las encuestas, con un índice de aprobación del 42%. Los votantes acudían además a las urnas acuciados por la inflación, atemorizados por un aumento de la inseguridad desde la pandemia y preocupados por el récord de detenciones en la frontera sur. Escenario favorable para los republicanos El escenario era muy favorable para los republicanos, pero muchos votantes han mostrado que no confían en la alternativa que suponen algunos de sus candidatos. Y en un país muy dividido y polarizado, con las fuerzas muy igualadas, donde el poder se reparte en un puñado de territorios, algunos candidatos poco idóneos han podido evitar un resultado mucho más favorable. El origen está en las primarias republicanas de la primavera pasada, bajo la sombra de Donald Trump. El expresidente da y quita poder y la prioridad para muchos candidatos era agradar a Trump y alinearse con su mantra del robo electoral -infundado, según los tribunales- en 2020 para ganar las primarias. En muchos casos, el resultado son candidatos que pueden ganar primarias pobladas, pero que son un regalo para demócratas en estados disputados. Ocurrió en Arizona, donde Doug Ducey , el gobernador que arrasó en las elecciones de 2018, podría haber sido un magnífico candidato al Senado. Pero no comulga con la fe del ‘robo electoral’ y prefirió no presentarse para no tener a Trump en contra. El candidato ganador, Blake Masters, pelea ahora en el recuento con el demócrata Mark Kelly por un puesto de senador que Ducey hubiera ganado con probabilidad. Algo similar ocurre en Georgia. Herschel Walker es un candidato plagado de escándalos pero alineado con Trump. Ahora necesita una segunda vuelta en un estado en el que el el republicano Brian Kemp, más alejado de Trump, ha ganado su reelección a gobernador con facilidad. O en Pensilvania , donde concurrieron dos apadrinados por Trump a los cargos de gobernador -Doug Mastriano- y senador -Mehmet Oz-. El primero tiene un discurso radical, peleó en primera línea en la contestación de resultados de 2020 y estuvo en las inmediaciones del Capitolio en el asalto del 6 de enero de 2021. Contra un candidato demócrata moderado, Josh Shapiro, perdió con claridad. Pero también pudo arrastrar votos en contra de Oz en la decisiva elección al Senado, que se la llevó un candidato demócrata débil, izquierdista y limitado para hacer campaña por las secuelas de un infarto, John Fetterman. La situación se ha repetido en muchas otras elecciones al Senado y a la Cámara, en las que el extremismo de los candidatos ‘trumpistas’ benefició a los demócratas. Estos, por su parte, aprovecharon para echar leña al fuego: en varias primarias, como la de Mastriano, inyectaron dinero en anuncios para elevar el perfil de los candidatos de Trump, más vulnerables después en la elección general. La estrategia, que muchos consideraron arriesgada, funcionó. El aborto, salvavidas electoral Los demócratas también se valieron de otro factor para representar la opción republicana como demasiado radical: el aborto. La sentencia del Tribunal Supremo de finales de junio, que eliminaba las protecciones constitucionales al aborto, fue un salvavidas electoral. El propio Trump, de forma privada, lamentó el impacto electoral que tendría la decisión de los jueces. Pero fue él quien logró una mayoría conservadora reforzada en las nominaciones de su presidencia. Con la implementación inmediata de regulaciones antiabortistas en más de una docena de estados -prohibición o restricción dura-, el mensaje demócrata de que los republicanos son radicales con el aborto estaba servido: la mayoría de los estadounidenses, incluidos los republicanos, favorecen el acceso al aborto con limitaciones. Con el paso de la campaña y la pertinaz inflación, parecía que la economía iba a diluir el peso del aborto en el voto. Pero en muchas elecciones importantes -de nuevo, en estados decisivos- su impacto se ha notado. Las encuestas a pie de urna apuntan a que la inflación era el tema que más movía el voto para el 31% de los asistentes. Pero el aborto llegó cerca: 27%. El crimen se quedó en el 11%. Los republicanos todavía pueden recuperar mucho poder en el recuento. Pero las acusaciones y los señalamientos con el dedo ya han comenzado e influirán en la siguiente cita electoral, la de 2024.
Source: abc internacional

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