Salah Abdeslam, el principal y más peligroso de los terroristas islámicos, es reconocido culpable de los delitos de asociación de banda terrorista criminal y coautor de la matanza, tras el visionado de vídeos de Daesh, con testimonios directos de sus viajes de ida y vuelta a Siria y Europa. Se le considera directamente culpable de varios atentados y del transporte de explosivos. El Tribunal justificó su sentencia con un análisis de 120 páginas, analizando por lo menudo el comportamiento de los terroristas.
Mohamed Abrini estuvo «perfectamente integrado y activo en la célula terrorista». Mohammed Bakkali «tuvo un papel primordial en la logística de los asesinatos». Osama Krayem «partició activamente en los trabajos de la asociación de criminales». Tras 148 jornadas de proceso, el Tribunal de París dictó la esperada sentencia contra los catorce acusados, cómplices, en su gran mayoría de las matanzas y atentados terroristas que provocaron una ola de consternación nacional y europea. Los atentados islamistas en París y Saint-Denis causaron, además, 400 heridos.
Salah Abdeslam (32 años), el principal de los acusados, uno de los cerebros y ‘hombre orquesta’ de las matanzas, dio desde el primer día del juicio la verdadera dimensión del proceso: «Soy un soldado de Alá, y Mahoma es su profeta». Más allá de una pavorosa matanza, el Tribunal de París también ha juzgado esa dimensión ‘cultural’ del proceso. Una sentencia que aspira a la ejemplaridad contra el islamismo terrorista.
Los responsables de los atentados de París eran ‘soldados’ de un ‘ejército’ en guerra religiosa, islámica, contra Francia y la civilización europea. Los asesinos habían elegido sus blancos con cierto ‘rigor religioso’. En Saint-Denis se atentaba y derramaba sangre en una geografía histórica capital. Allí se encuentra la basílica donde están enterrados todos los reyes de Francia, muy cerca del Estadio de Francia, el templo donde se celebran los grandes acontecimientos deportivos nacionales e internacionales de nuestro tiempo.
En el este de París, los asesinos eligieron terrazas que simbolizan el triunfo y el atractivo de la libertad de la noche y la vida nocturna parisina. En la sala de fiestas Bataclan, la matanza se perpetraba en otro símbolo de la vida occidental moderna: un centro de comunión musical para jóvenes educados en la libertad sin fronteras de los conciertos.
Durante los últimos días del proceso, Abdeslam y otros acusados pidieron perdón y clemencia. Varios letrados expresaron su indignación ante esas declaraciones «indecentes e infames», viniendo de asesinos coautores de atroces matanzas convertidas en símbolos pavorosos de la guerra santa del terrorismo islámico.
Source: abc internacional