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Retroceso histórico de Macron, muy lejos de la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional

Francia abre una nueva página de su historia política muy dividida, angustiada, con un jefe del Estado mal querido y un hundimiento histórico de las fuerzas políticas tradicionales, sustituidas por una extrema izquierda y una extrema derecha populistas, creciendo en el rechazo social muy profundo de las instituciones.

Con una abstención histórica del 54%, la segunda vuelta de las elecciones legislativas, dio este domingo una victoria frágil al presidente de la República: sin mayoría sólida; sin que haya ninguna mayoría alternativa.

Según estimaciones oficiosas de las principales cadenas de radio y tv, Renacimiento, el partido de Macron, y Juntos, la coalición de partidos amigos, tendrán mayoría relativa y frágil en la nueva Asamblea Nacional (AN), primera cámara del Parlamento nacional.

Según las estimaciones de BFMTV, primera cadena de información permanente, Renacimiento y Juntos podrán tener una mayoría relativa de 205 a 235 escaños, en una AN de 577 diputados. En la Asamblea saliente, la coalición macroniana tenía 359 escaños. Pierde más de un centenar de escaños: un desastre político personal. La mayoría absoluta de 289 escaños parece muy difícil de alcanzar.

Negociar con la derecha tradicional
Macron podrá gobernar con negociaciones a geometría variable entre su coalición y la derecha tradicional, minoritaria: el presidente tendrá que negociar todos sus proyectos con una coalición que integra un abanico de sensibilidades muy diversas del conservadurismo tradicional a la socialdemocracia rosa pálida, pasado por el centro, la derecha moderada, los liberales y los independientes.

La Nueva Unión Popular, Ecológica y Social (Nupes), una coalición dominada por La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda populista), liderada por Jean-Luc Mélenchon, habría conseguido entre 170 y 190 diputados, haciendo una entrada espectacular en la vida parlamentaria. En la AN saliente no existía la Nupes y los partidos que hoy la integran solo tenían 72 diputados. Esa entrada excepcional de coalición de izquierdas en la Asamblea dará un rumbo imprevisible a la política frances
a. Mélenchon no será primer ministro, pero estará al frente de una oposición de extrema izquierda populista, antieuropea, anti Alianza Atlántica, hostil al ingreso de Ucrania en la Unión Europea.

El presidente de La Francia Insumisa (LFI), simpatizante de Cuba y Venezuela, reaccionó de este modo a las primeras estimaciones: «El partido del presidente ha sufrido un desastre absoluto y total. No tiene mayoría parlamentaria. Para poder gobernar tendrá que hacer todo tipo de equilibrios. Nosotros estaremos en una oposición radical, absoluta, total».

«El partido del presidente ha sufrido un desastre absoluto y total. No tiene mayoría parlamentaria. Para poder gobernar tendrá que hacer todo tipo de equilibrios. Nosotros estaremos en una oposición radical, absoluta, total», ha dicho Mélenchon

Según las primeras estimaciones, Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, podrá conseguir entre 75 y 95 diputados. Irrupción igualmente espectacular de un partido ultra nacionalista, antieuropeo, anti OTAN, veladamente pro Putin. Visiblemente feliz y radiante,
Marine Le Pen
fue la primera personalidad política en reaccionar al cambio de rumbo de la política francesa: «Hemos conseguido el grupo parlamentario más grande de la historia. Lo pondremos al servicio de Francia, contra quienes destruyen nuestra patria, desde arriba, Macron y sus amigos; contra quienes la amenazan desde los suburbios, Mélenchon y sus amigos. Nuestra familia política está en la vanguardia de la Francia que viene».

El PS quedará provisionalmente ‘desaparecido’ en la coalición Nupes. Ha desaparecido el antiguo socialismo europeísta. Los Republicanos (LR, derecha tradicional) podrá conseguir entre 50 y 75 escaños. Resultado modesto, menos catastrófico de lo temido para la gran familia política que construyó la V República. La derecha tradicional solo puede aspirar a servir de ‘comodín’ a Macron, ocasionalmente.

Entre 2017 y 2022, Macron pudo gobernar en solitario. Aún así, no consiguió hacer pasar grandes proyectos, como la reforma del sistema nacional de pensiones. Con una mayoría relativa, y una oposición ultra radical de extrema izquierda y extrema derecha, el presidente tendrá que negociar a toda hora, con los distintos miembros de su propia mayoría, aspirando a repartirse distintas cuotas de poder e influencia relativa.

La abstención como protesta
El hundimiento histórico del socialismo europeísta, el crecimiento espectacular de la extrema izquierda y la extrema derecha populistas coinciden con otro dato inquietante sobre el penoso estado de salud cívica de Francia.

Según las estimaciones oficiosas, la segunda vuelta de las elecciones legislativas marcó un nuevo récord de abstención, que llegó al 54 %: más de la mitad del cuerpo electoral, 48,9 millones de inscritos, más de 24 millones de franceses, consideraron inútil ejercer su derecho al voto.

Pascal Perrineau, profesor en Sciences Po., la escuela de las elites políticas francesas, comenta a ABC el alcance devastador de ese crecimiento inquietante de la abstención: «Hay una abstención protesta: electores que no se reconocen en ningún partido; y consideran inútil ir a votar. Hay una abstención de indiferencia: más del 70% de los jóvenes no votaron en las últimas elecciones. Un desastre creciente. Ese crecimiento de la abstención, entre indiferencia y protesta, coincide con la desaparición de los sindicatos y partidos tradicionales. Ante esa realidad social, Macron está solo. Su única fuerza es la debilidad de los otros. Se trata de una crisis de fondo. Son de prever movimiento sociales de protesta, cuando se agrave la crisis económica ligada a la guerra en Ucrania».

La indiferencia y/o el rechazo social que confirma la abstención agrava las divisiones sociales y políticas de fondo. En el terreno social, los sindicatos esperan recuperarse radicalizándose. Ya están previstas un rosario de jornadas de protesta de muy diversa naturaleza.

Una Francia dividida
En el terreno político, la Francia ha quedado dividida en tres grandes familias antagónicas. La Francia moderada tradicional, conservadora, centrista, reformista, socialista, liberal, apuesta por Macron: pero es víctima de esa fragmentación.

La Francia rupturista de los suburbios, las periferias multiculturales, los trabajadores del sector público más modestos, las familias ‘descompuestas’, han apostado por Mélenchon, sin otro proyecto que la ‘ruptura’.

La Francia ultra nacionalista, los obreros menos calificados, las regiones víctimas de la desindustrialización, las regiones con mayor presencia de inmigrantes, apuestan por la extrema derecha de Marine Le Pen.

Jérôme Fourquet, sociólogo eminente, autor de varios ensayos de referencia, comenta esa evolución de Francia de este modo: «Será muy difícil gobernar la nueva Francia, que se ha convertido en un archipiélago de comunidades que no siempre se entienden entre ellas».
Source: abc internacional

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