guerra en Ucrania
se dirime fundamentalmente en el ámbito terrestre, con eventuales episodios aéreos y rarísimos navales. China, a quien tantos estiman como la gran valedora de Rusia, lleva tres meses moviéndose en la ambigüedad. Ni condena la invasión (incluso ataja cualquier iniciativa contra ella en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas), ni tampoco envía armas o cualquier otra ayuda militar a Rusia. Por el contrario, Ucrania está fuertemente subvencionada por terceros, palmeros y paganos, que, aunque supuestamente no beligerantes, juegan a la guerra y sostienen las hostilidades desde fuera del territorio ucraniano, e, incluso, forman y entrenan a combatientes.
Esta guerra de Ucrania es muy rara. Es un conflicto con profuso empleo de inteligencia satelital (incluso del Centro de Satélites de la UE de Torrejón de Ardoz, Madrid), de bombardeos desde aviones e ingenios voladores no tripulados, y de flamantes misiles hipersónicos lanzados desde cientos de kilómetros. Mientras que, a su lado, la masa crítica del embrollo se concreta impúdicamente en una simple batalla terrestre tan clásica que, a veces, parece decimonónica. No se ajusta ni a la idea híbrida ni cabe propiamente en el concepto proxi. Su desarrollo, en fin, no resulta coherente en el marco de una Europa del siglo XXI.
Continúan los ataques de las tropas rusas contra el baluarte Lysychannsk―Sievierodonetsk que, posiblemente, el Estado Mayor ucraniano pretenda convertir en una especie de
Mariúpol-2
. Simultáneamente, aquéllas tratan de envolverlo para poder continuar la progresión hacia Sloviansk. Esfuerzo que, a su vez, serviría para asegurar el flanco norte de otro, más comprometido y sustancioso, que tras la conquista de Popasna conduciría a Artemivsk (o Bajmut). Población que es uno de los nudos de comunicaciones más importantes del Donbass (enlaza 7 carreteras importantes); y allí, lógicamente, las tropas ucranianas despliegan órganos avanzados de mando y control de las operaciones en la zona. Es, además, uno de los vértices que, junto con Sloviansk, Kramatorsk y Kostiantynivka, conforman ese trapecio vital donde, en su caso, se decidirá la gran batalla del Donbass que, de resultar exitosa para las tropas rusas, abriría la puerta a la posibilidad de una subsiguiente penetración hacia el codo del Niéper (Dnipropetrovsk―Zaporiyia).
Pedro Pitarch, 24 de mayo de 2022
Source: abc internacional