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El socialista Costa gana en Portugal pero sin mayoría absoluta, según varios sondeos

El proceso electoral en tierras portuguesas solo llega al final después de las numerosas peculiaridades que jalonan la estructura responsable del reparto de votos, cuyo recuento no arranca hasta que se cierran los colegios en las islas Azores, donde rigen dos horas menos que en España. No obstante, tras el cierre de las urnas peninsulares varios sondeos a pie de urna, realizados por los medios, daban una victoria relativa al primer ministro Costa, con una horquilla para los socialistas de entre el 37 y el 42 por ciento. Los conservadores de Rui Rio obtendrían entre el 26 y el 31 por ciento. António Costa, de confirmarse esos resultados, debería buscar aliados para seguir gobernando.

Lo que estaba claro es que un 1,5 millones de portugueses debían guardar aislamiento, en vista de que engrosaban las listas de afectados directos por la pandemia del coronavirus. Podían salir para votar, pero la controversia se generó porque no se les asignó ninguna franja horaria concreta y entonces se temió por el hecho de que acudiese menos gente a votar. Pero no, el miedo no atenazó a los ciudadanos. Tanto es así que los fantasmas se vinieron abajo cuando se dio a conocer que, a las 16.00 horas, había emitido su sufragio el 45,66% del electorado, es decir, siete puntos más que en 2019.

No puede olvidarse que los comicios generales de ayer en Portugal respondían a una convocatoria anticipada y que, por tanto, la actividad parlamentaria está en suspenso hasta que se renueve la Asamblea de la República con los 230 diputados elegidos.

No era para menos, pues la izquierda radical (el Bloco de Esquerda, liderado por la ambiciosa Catarina Martins, y los comunistas del veterano Jerónimo de Sousa) dejó tirados a los socialistas justo cuando más necesitaban su apoyo: para la aprobación, en diciembre pasado, de unos Presupuestos del Estado que no pasaron el corte.

Resultados reñidos
Al frente del nuevo partido Iniciativa Liberal, Joao Cotrim de Figueiredo daba en el clavo al anunciar que, cuanto más reñida esté la cosa, más se dilatarán los resultados finales del escrutinio, toda vez que el voto de los territorios que eran antiguas colonias sería más decisivo que nunca para desentrañar un hipotético (y nada extraño) empate técnico entre los socialistas y los conservadores del PSD.

Es esta formación la que más se acerca a los postulados del PP y, de hecho, se aferra a la esperanza del ‘efecto Ayuso’, como sucedió en las municipales del 26 de septiembre, cuando Carlos Moedas dio la sorpresa y desalojó a un atónito Fernando Medina del Ayuntamiento de Lisboa.

¿Será capaz de protagonizar ahora un golpe así el polémico Rui Rio? ¿Dará sus frutos su estrategia de aguardar un batacazo socialista? Las opciones estaban abiertas hasta el último momento.

El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, ha sido testigo excepcional desde que confirmó que el adelanto electoral llegaría este 30 de enero, una fecha que meditó después de oír los argumentos de los distintos partidos políticos.

El jefe del Estado luso, de signo conservador, declaró que «este es el único camino para terminar con la incertidumbre». Sí, porque flotaba en el aire la preocupación de una crisis política prolongada, finalmente cortada de raíz gracias a la actuación rápida de Rebelo de Sousa, cuya labor de contrapeso al Gobierno socialista se ha significado en estos últimos años.

Se ponía, por tanto, un punto definitivo para que la zozobra no perjudicara demasiado al país vecino. Adiós a la demora con declaraciones tan como esta: «Rechazar los presupuestos ha dividido el país y creado una crisis donde no la había», dijo sin aspavientos.

De forma insólita, Rui Rio no se lanzó contra António Costa en este contexto, sino que continuó con su tibieza y hasta se refirió a pactar con su gran rival con tal de «garantizar la gobernabilidad» del país.

La campaña electoral ha pillado a los conservadores temerosos del avance de Chega (próximo a Vox) y también de la irrupción de Iniciativa Liberal (IL).

Estas dos últimas formaciones han aprovechado para tomar posiciones, mientras otro reducto de la derecha pugnaba por no sucumbir al olvido: el Centro Democrático y Social (CDS).

Tal vez el mensaje del nuevo alcalde conservador de Lisboa, Carlos Moedas, pueda servir de ejemplo a las huestes del PSD: «Hemos demostrado que es posible derrotar a los socialistas».

Ahí encontró António Costa la ‘excusa’ para agitar el fantasma del «fascismo» que, según él, se encarna en la figura de André Ventura y su propuesta llamada Chega llamando a las puertas del Parlamento, que estuvo precisamente en el centro de la diana este domingo porque un conocido grupo de piratas informáticos atacó su web y anunció que había robado ‘información’ de sus archivos. Son los mismos que intervinieron contra un dominio de internet de un prestigioso semanario.
Source: abc internacional

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